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Principios
Todo empezó, como dicen los cuentos, allá por los primeros años de la década de los 60...
Dos familias españolas típicas de la época, los Ocaña
y los Barrachina, pugnaban por sacar adelante a una prole que, de acuerdo
con lo que mandaban entonces los cánones, crecía y crecía
(oye, que cinco y seis hermanos respectivamente no son moco de pavo, ni
para entonces ni mucho menos en los tiempos que corren).
Papá y Mamá Ocaña (Vicente y Chari) vivían
en Madrid, de las ganancias que el negocio familiar de venta "al mayor"
de telas y confección iba generando.
La buena fortuna, la ayuda de Dios y la inestimable participación
de ambos cónyuges dió con que, a los nueve meses (justos,
por cierto) de su enlace matrimonial, fueran "bendecidos" con el nacimiento
de su primogénito, Currito (Francisco para el registro...). Era
el 17 de noviembre de 1963.
Por su parte, Jesús Barrachina, tras terminar sus estudios en la
Universidad de Valencia, se traslada a Granada, donde sucumbe, con razón,
al encanto y la belleza de Lourdes. Se enamoran, se casan y, el 29 de octubre
de 1964, traen al mundo a la pequeña Lourditas.
A partir de estos venturosos acontecimientos está claro que el destino
quiso que ambos pequeñines acabaran conociéndose.
Los Barrachina, tras una corta temporada en Barcelona durante la que nació Pili, se trasladan a Madrid. A los pocos años se mudan con toda la prole (Lourdes, Pili, Jesús, Carolina y Nacho) a, ¡ah, los hados del destino!, unos 750 metros del domicilio donde por aquel entonces vivía Currito con su familia, que ya constaba de Papá, Mamá, la abuela Lala y cuatro vástagos. A saber: Curro, Vicente, Nacho y Javi.
Así transcurren los años... los Ocaña yendo cada año a veranear a Campoamor (Alicante), y los Barrachina a Salobreña (Granada).
Quiere el destino (joé con el dichoso destino...) que, casualmente, en 1979 Jesús Barrachina cambie de empresa para montar su propia oficina. Visto el volumen de trabajo que aquello conlleva, visto el cochambroso estado de las carreteras de la época, visto que en el coche se hace un poco cuesta arriba el viaje Madrid-Salobreña y vuelta cada pocos días para supervisar los primeros momentos de la empresa, y visto por fin que aquello no había Cristo que lo fuera a aguantar, Jesús y Lourdes toman la afortunada decisión de pasar esas vacaciones en un pueblecito de la sierra de Madrid, Villalba de Guadarrama, en la Urbanización Los Enebros por más señas.
Mientras tanto, la familia Ocaña ha cambiado de hábitos migratorios. En lugar de seguir yendo a la playa en verano, se han decidido por los más sanos aires de las montañas, y han adquirido un apartamento en... ¡Los Enebros! Acuden al mismo varios veranos seguidos, hasta que deciden comprar un adosado a pocos kilómetros, pero siempre dentro del área de la sierra. Es desde esta nueva casa desde donde Curro, aburrido por el "snob" aire de la vecindad, y animado por su primo Juan Manuel, que ocupaba en verano la casa de Los Enebros, se sube al "amoto" y se va a dar una vuelta por donde solía veranear.
...y de repente...
Sí, queridos niños, sí. Nada más llegar a la urbanización se encuentra Currito con una pandilla ya formada y en perfecto estado de armonía y funcionamiento, compuesta por más de una docena de chicos y chicas de entre trece y dieciséis añitos (hay que ver qué tiernos éramos entonces).
De entre ellas destaca sobremanera una jovencita que es la
flor de la canela... Lourdes.
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